domingo, 21 de octubre de 2012

EL ULTIMO QUE SALGA.....


En tiempos como estos, y después de que por algunos años se tranquilizó, al menos en mi mente, la idea de salir de mi país, para huir de las barbaridades y desmanes de un gobierno que está dispuesto a cargarse mis derechos, vuelve – a ratos- la idea de salir de aquí. 

Sin embargo no quiero narrar el cuento trillado de como es que… y por qué es que… uno piensa en irse, sino mas bien qué pasa por las emociones y por la cabeza de uno cuando alguien te avisa que se va. 

Tampoco voy a escudriñar la necia reflexión de que uno se está quedando solo aquí, no quiero confundirme con un relato superficial tipo Caracas Ciudad de Despedidas

Hace 3 meses, unos muy cercanos primos, se fueron. Un viernes en la noche nos llamaron a la casa para decirnos que no aguantaban mas la angustia de la amenaza constante de ser secuestrados o plagiados de alguna forma, y en un mes cargaron sus corotos y se fueron a Canadá. 

Cuando colgué el teléfono me quedé paralizado, mi mente se puso casi en blanco y no supe que decir. ¡Como si hubiera que decir algo!   Pero en efecto cosas pasaban por mi mente. La cara de mi esposa lo decía todo.

La sensación de perdida de las personas que quieres, se asemeja a la muerte. Lo sé es un poco dramático, pero efectivamente quien se va, se va a hacer su vida y si se va muy lejos, la probabilidad de encuentros disminuye, mas aún con las restricciones que implican mi Dólar CADIVI a cuestas, ¡Entonces si es una muerte! la de una etapa, la de compartir tu vida con esas personas que se van. Eso duele. 

Luego empiezas a preguntarte por enésima vez si será que es hora de coger las 4 cosas que tienes y largarte también.

Te preguntas si estarás equivocado en esto de insistir en que aquí todo va a mejorar, en que la ciudad está llena de cosas para hacer, que la movida musical está creciendo, que los teatros están full, que abrieron tal restaurante, que somos unos necios que vivimos aterrados y escondidos del mundo real, uno lleno de cosas interesantes que escogemos no ver, metidos en un Centro Comercial aterrador.

Empieza la mente a volar, y te imaginas montado en ese avión con destino a un lugar lejano donde no te vayan a asaltar así no mas, y donde no tengas que pedir permiso para comprar divisas, donde no tengas miedo de que te dispare alguien y te mate o que te secuestren y tu familia tenga vender hasta el alma para rescatarte, donde el presidente no se refiera a ti como Escuálido, solo porque no estas de acuerdo con su doctrina, y donde…donde… donde.. ¿Dónde? 

Luego piensas en tu trabajo, que aún tienes – si aún tienes- y la buena perspectiva que quizá veas, y el esfuerzo que has hecho para ser un profesional con un trabajo decente, y te preguntas si valdrá la pena irse ahora que tienes esto. Piensas en los amigos que aún te quedan, en la Playa…La Playa….., en cómo vas a amanecer sin El Ávila en frente, en los planes que tenías en la cabeza, en tu mamá y papá… Y vuelves a pensar en la tristeza que te da que las personas que quieres se van. Sigues dándole a ese circulo de ideas, hasta que la cotidianidad te hace olvidar y una vez idas tus querencias, te acostumbras. 

Quedan por delante los mensajes de Twitter, Las fotos en Facebook y alguna que otra vez una llamada, ¿Cuándo vienes? Se suele preguntar, ¿Esta haciendo mucho frio ya?... ¿Vas a votar? –con un dejo de reclamo. 

Y así se queda uno aquí, viendo desde dentro como es que se vive afuera, o como se reporta vivir afuera, aferrado a lo que uno es, y lo que uno hace, a las convicciones, aderezadas con las posibilidades propias – Tanto para vivir aquí, como las inexistentes para vivir fuera- y con la esperanza de que todo cambie. 

Le debo mucho a mi país, es aquí donde mis padres, abuelos, bisabuelo y tatarabuelos hicieron sus vidas y construyeron el legado cultural que hoy me hace ser quien soy. Sin duda fue aquí donde mi padre pudo trabajar y sostener una vida magnifica para mi y mis hermanas, y ha sido aquí donde eso ha seguido siendo posible. 

Siento un inmenso compromiso con esta tierra, y sin embargo, al igual que tantos y tantos que se han despedido de mí, también , de vez en cuando, me quiero ir. 

Mientras siga con mi esfuerzo y absoluto compromiso mantendré la luz encendida. No se si seré yo, pero el último que salga, que apague la luz…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo emigre tan pronto se supieron los resultados de las elecciones del 2000. Desde ese entonces me perdi muchos acontecimientos de mis amigos y familiares: bodas, nacimientos, bautizos, bonches, aniversarios, etc. Y con respecto a mis familiares mas viejitos, no pude compartir con ellos antes de que se fuesen por siempre. Es dificil, muy dificil. Y muchos de mis panas viven en otras partes del mundo. Es muy doloroso. Con o sin el mono creo que hubiese emigrado de todas maneras pero hubiese regresado si las cosas estuviesen mejor. Me hace falta mi patria. Buen blog!!