sábado, 14 de junio de 2008

LITIGANDO


Esquina de Pajaritos, Edificio Jose María Vargas / Sede de los Tribunales Civiles y Mercantiles de Caracas. M.Libertador, Distrito Capital.

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En la cola, bajo el sol inclemente, a la altura de la iglesia de San Francisco, se inicia el día de trabajo.

El brillo de la gomina en el pelo, se confunde con las primeras gotas de sudor del día. Una a una me recuerdan los 120 juicios que llevo, los lapsos de los cuales no estoy seguro, las pruebas por evacuar y las que se me olvidó promover en el juicio aquel, la medida preventiva que tengo que obtener hoy mismo, y la distribución que necesito caiga en el 1ero.

El traje azul oscuro, de tres botones cerrados, la corbata de seda a rayas y la camisa blanca, muy blanca. ¡Qué Calor! Los zapatos lustrados por el señor de la esquina, casi no pasan el examen de Eduardo, quien se ha convertido en una especie de policía de la impecabilidad.

Hoy voy a almorzar con El Chino, Mariana, Eduardo y Reynaldo en El Pasaje, así que debo hacer mi ronda y cuadrar con ellos la hora, cuando pase por el 8vo, donde pararé a fumarme un cigarrito en el puesto de la flaca.

Durante los 45 minutos que dura el proceso de llegada a los ascensores, me encuentro con varios de mis compañeros litigantes, todos se van incorporando en mi sitio de la cola, los de atrás ponen mala cara, pero que mas da, no es sino el principio de los esfuerzos del día, con lo cual, nadie se queja abiertamente, es mejor guardar la energía.

Los vendedores ambulantes de la Esquina de Pajaritos, hacen que el tiempo pase menos aburridamente, se venden leyes por supuesto, se venden Gacetas Oficiales y leen sus titulares jocosamente, Bases de Datos de lo que usted quiera, la Lista Maisanta, el CICPC, el Banco Industrial, el Seniat, El Calendario Rojas, CD’s, el "nintendo de agua", y todas las baratijas que seguro se venden igual en Dubai. Todo, todo, todo.

Hay una señora indigente que tiene mucho amor para repartir y abraza a los abogados perfumados, y les arranca a las abogadas sus vasos con bebidas para refrescarse, ella está mugre, la gente le huye, la justicia también le huye.

Mientras pasan los minutos e inadvertidamente avanza la cola, voy repitiendo en mi cabeza los argumentos en el orden en el que los voy a decir en la Audiencia pautada para las 10:00 a.m., son las 9:10, y la cosa no camina, la gente se queja, hay 4 ascensores dañados hoy, justo los de los pisos altos, la tensión se apodera de mí.

Me salgo de la cola e inicio el camino por las escaleras, son 20 pisos, pero tengo que llegar, me desabrocho el paltó, e inicio camino, es como una maratón, y hay que ganar, es como subir a Sabas Nieves pero en traje y con nervios, las escaleras tiemblan, no han recibido mantenimiento desde hace mas de 10 años, el presupuesto judicial no da para tanto, subo un piso, 2 pisos, 5 pisos, 10 pisos, tengo que parar, no puedo mas, me faltan 10 aún, y apenas me quedan 15 minutos para llegar, el sudor empapa mi camisa y mi cara debe estar como si hubiera acabado de bailar merengue, apenas me recupero un poco sigo adelante, mas, mas, mas, mas, tengo un calambre en una pierna, pero no puedo parar. Casi a punto de desfallecer, llego.

Con la lengua afuera llego al tribunal, piso 20, horror de horrores, el cartelito afuera pone NO HAY DESPACHO NI SECRETARÍA. “Se informa a todos los abogados, que por razones de salud la Juez decidió no despachar” alguien afuera dice que la vió anoche en una discoteca echándose palos.

¡!!!!!AHHHHH!!!!!, el grito me despierta, es una pesadilla, me levanto y me toma unos minutos darme cuenta de que era un sueño, ya no litigo, ya no llevo juicios, ya no tengo que contar lapsos, el alivio es inmediato, lástima que ya no tengo pelo tampoco en el que poner gomina, ni almuerzo con mis amigos en El Pasaje, eso si lo extraño. En fin, la Justicia venezolana sigue su curso sin mí.