lunes, 24 de mayo de 2010

EL TAPARO

Entré y salí como un suspiro renovador, llegué justo a tiempo y nos embelezamos de vida y emoción, le pusimos luz, y lo echamos a andar.



Llené cada espacio, ocupé su corazón y entré en el lugar, me metí en cada grieta y ese lugar se metió en mi alma igual que ella.

Noches de insomnio, tiempos movidos por elecciones, música de fondo en la madrugada, silencio ocasional, espacio de amor y de ilusión, la moto, el acomodo de dos vidas en una, dificultades, aciertos y éxitos, viajes, retos grandes, compromiso, R-Clío, trabajo, el pingüino refrescador, los tomates en el freezer, las copas de vino, la reja trabada, la comida todos los días, desayunos de domingo en la sala, aprender a convivir, tranquilidad, llanto, felicidad, tristeza, rabia, risas, espacios confiscados, lámparas nuevas, caricias, sentimientos, electrodomésticos, pasión y mas pasión y luego…. Mas pasión, música, familia, amigos, ella y yo.



La última noche que dormimos allí, fue larga, llenos de miedo y expectativa por el camino emprendido y con la certeza de seguir adelante, en medio de una mudanza. Volví, solo a buscar cosas, cerrar roturas, recoger lo que se había dejado atrás y despedirnos del lugar.

Cerramos El Taparo. Seguimos adelante.