martes, 18 de diciembre de 2007

PLACERES



 Ir en el carro con la ventana abierta y sentir el viento frío y fuerte en la cara;
 Despertar con la persona amada a tu lado todos los días y dormirte con ella;
 Ir corriendo solo en la autopista con tu música preferida a todo volúmen;
 Amar;
 Hacer el amor, con ella;
 Hacerla reír;
 Sentir emoción;
 Nadar y pensar mientras lo haces;
 Bañarse en el mar y correr olas;
 Leer;
 Comer exquisito con un buen vino y ella;
 Beber con los amigos;
 Fumar – Jumá;
 Ver el atardecer en 360 con un martini, 16 tequeños y ella;
 Viajar;
 Ir al Yoga con ella;
 Entrar y salir mil veces de la casa el sábado para hacer solo 2 cosas;
 Sentir el cariño de las personas que quieres;
 Dar cariño a las personas que quieres;
 Escoger el regalo de ella;
 Mandar a lavar el carro;
 Ir a Choroní;
 Ir a Playa Azul;
 Estar cerca de los sobrinos que crecen;
 El abrazo de mi madre y el de mi padre;
 Tocar el violín;
 Cantar mientras me ducho, silbar;
 Acariciar un perro y jugar;
 Hablar – Conversar- Comunicar;
 Reír a carcajadas;
 Escribir;
 Dormir y Soñar;

Que el año 2008 este lleno de estos y otros placeres. Hasta entonces.

martes, 11 de diciembre de 2007

MULTAS



Esta mañana me agarró un policía de Baruta mientras manejaba y hablaba por mi celular, yo como cualquier caraqueño no entendía la razón, hasta que me di cuenta de que estaba en Baruta, no en Sucre ni Libertador, donde la ley no existe, sino en un municipio de Caracas donde se intenta poner orden.

Cuando el fiscal se acercó a mi carro, me dijo: ¿Sabe por que lo paré no?, a lo que intenté contestar que no, pero la vergüenza me lo impidió y finalmente asentí, le di mi licencia, mi certificado médico, y mi cédula de cuando éramos felices siendo solo República de Venezuela.

Mientras el tipo se alejó del carro a verificar mis documentos, pensé, ¿coño cuantas veces me ha pasado esto?, y uno tras otro se agolparon los recuerdos en mi mente, fiel heredero de mi abuelo Edgar a quien un policía reconoció en la foto de la cartera de su hermana, pues lo paraba a cada rato en una Caracas que ni soñaba con el nivel actual de tráfico.

Hace un año, estando desesperado en la cola de la avenida Francisco de Miranda, resolví dar la vuelta en “U” sin darme cuenta que un fiscal me estaba observando atentamente, al terminar la maniobra abusiva el fiscal me detuvo y multó con mas de 10 unidades tributarias, que nunca pagué y que hoy son casi 400 mil bolos, próximamente 400 Bolívares Fuertes. Doble abuso.

En junio de este año, Raque me animó a estacionarme al lado de varios carros, que en una calle de Los Palos Grandes, estaban “mal” estacionados en perpendicular, en una zona escolar, como ví todos esos carros allí tan tranquilos, me decidí y dejamos el carro allí. Al salir de comer un sushi muy bueno, la sorpresa fue la calcomanía que en mi parabrisas me increpaba ser un abusador por estacionarme en “espina de pescado” en zona escolar. El resultado de esto fue 1 hora y media tratando de arrancar la calcomanía que me impedía ver al manejar, la cual salió con Coca-Cola, que parece ser el remedio mas útil. Tremendo pegoste.

Siendo abogado litigante en 1998, intenté dar una vuelta en “U” en la calle de los tribunales de Los Cortijos, estaba muy apurado pues necesitaba llegar a un acto y estaba atrasado. El fiscal me retuvo por 20 minutos, pasados los cuales me dejó ir, no sin que antes le reclamara como podía no tener libreta de multas y haberme detenido por 20 minutos para nada. Temerario.

Antes de irme a vivir a Madrid en 2001, en Chacao me detuvo un policía por estar hablando por el celular mientras manejaba, la multa fue de algo más de 100 mil Bolívares, la cual pagué antes de vender el carro. Apuro.

Recién llegado de Madrid dejé el carro de mi madre estacionado en zona prohibida, al lado del Centro Comercial Galerías en Prados del Este, tardé solo 5 minutos, suficientes para que la policía se llevara mi carro con una grúa. Desastre.

El policía se acerca denuevo y me pregunta: Amigo, ¿a usted lo han multado antes? A lo que respondí: ¿NO, a mi? Jamás. El policía me dice entonces, hoy lo voy a dejar ir, la multa es de 15 Unidades Tributarias, o sea, mas de 400 mil Bolívares, se la voy a perdonar, pero recuerde que debemos todos colaborar para cumplir la ley.

lunes, 3 de diciembre de 2007

DICIEMBRE




No me caracterizo por ser precisamente navideño, y es que en esta época del año se me saltan las emociones y me da como tristeza.

No soy como otra gente, a quienes la navidad les da por la alegría desbordada y bailan gaitas a rabiar, andan contando las hallacas que se comieron, atesoran los rones, ponches crema, y wiskys que se han bebido, anochecen en un centro comercial, haciendo las compras de rigor, y salen de bonche indefectiblemente el 24 y el 31. Tampoco soy aquel que se deprime ó malhumora esos días, solo se me facilita la tristeza.

De niño para mi la navidad era la época en la que salía esa pajita morada en todo el Ávila, la misma que de adolescente me daba asma, en esa época hacía un poco de frío en Caracas-todavía hoy-, sonaban las gaitas por todos lados, y mi familia viajaba a Mérida en carro, donde nos esperaban abuelos, tíos y primos. Mis dos hermanas y yo nos íbamos enloquecidos de felicidad pues se abría un mundo de juegos con los primos y primas.

En Mérida el 24 de diciembre Carmencita se disfrazaba de San Nicolás, y entregaba los miles de regalos a toda la familia, los abuelos, 6 hijos, sus esposas/sos y en su mayor momento como 21 nietos, aquello era interminable. Luego en la madrugada mis padres nos ponían al lado de la cama los regalitos del Niño Jesús.

En Mérida, a diferencia de mi casa en Caracas, había arbolito, y un pesebre grandísimo hecho por mi abuela Mameye, con laguitos, montañas con picos nevados, cascadas, ovejas de anime y algodón, los fulanos pastorcitos, y unos ángeles que me parecían un poco enigmáticos, era así como un Belén andino. También se hacían hallacas, y siendo una familia tan grande la fiesta era permanente.

El 31 de diciembre era raro, pues no había regalo, y un poco fastidioso eso de la pinta para estar en la misma casa, el momento cumbre era, por supuesto, cuando daban las 12, y empezaba la lloradera de todas y algunos, de niño nunca entendí por qué lloraban, ahora podría llorar desde antes de las 12.

El llanto terminaba cuando mis primos mayores iniciaban la echada de cohetones y triqui-traquis, que desembocaban en la quema del año viejo, un muñeco hecho por el tío Edgardo, siempre con un tema político.

Ya de adulto la navidad cambió y pasó a ser época de echarse palos y rumbear. Recuerdo una navidad en que toda mi familia se fue de Caracas y me quedé solo, era un estudiante de 4to año de derecho, no creo haber vuelto a rumbear tanto en tan corto tiempo, creo que no vi la luz del medio día en 10 días, mi amigo Roberto, María Alejandra y yo descocimos Caracas, y nos bebimos casi una caja de whisky “Ye Monks” de mi padre, los cigarrillos nunca alcanzaban, y a golpe de 7 AM, la emprendíamos contra las colillas.

Caracas es una fiesta en diciembre, desde el 1ero hasta el 24. Uno puede enfermarse de tanto comer y beber, no poder más de tanto reír y compartir con familia y amigos, y gastar tus utilidades en los 12 regalos que “tienes” que dar, más el tuyo mismo. Después del 24 de diciembre la ciudad muere literalmente.

He pasado algunos 24’s y 31’s fuera de Caracas, los prefiero por aquello de la desconexión de los sentimientos. En Madrid recuerdo uno con Clutch, ambos sin familia, pelando, y sin plan, lo pasamos muertos de frío en mi piso de la Calle Pedro Heredia a punta de vino tinto y música desde mi laptop.

Otro anterior lo pasé en Berna con la familia de mi cuñado, su padre Max nos invitó a acompañarle a cantar villancicos con el coro del vecindario, a varios grados bajo cero, en la madrugada del 25, fue un momento sublime.

En Roma recibí el año 2002, en medio de un baile de vals y miles de botellas de champaña en la Piazza del Poppolo, luego recorrí la ciudad con Luis Guillermo, bebiéndonos el año nuevo hasta el amanecer. En Bogotá con Andrés, Mauricio y Ángeles recibí el 2003, fue como estar en Venezuela pero con otra familia.

Quizá el mejor, lo pasé de la manera mas sencilla, como casi nadie piensa sea ideal, en un avión a muchos pies de altura, cruzando el Atlántico, le dije Feliz Navidad a la mujer que amo, así es la nostalgia navideña.

Diciembre es sin duda un mes particular, de tristezas y alegrías entremezcladas, pocos son quienes pueden, en occidente, escapar al espíritu de esta época del año, ¿entonces? pasarla bien ó que nos sea leve, ustedes dirán.