sábado, 16 de junio de 2007

RATÓN


Es sábado en la tarde, el mundo parece como detenido, la única evidencia de que hay vida afuera es el sonido de pajaros que bajan del Avila y se cuelan en mi casa, siento el calor tropical de mi ciudad Caracas - 35 Grados Centígrados en esta época del año- y de nuevo parece como si nada estuviera ocurriendo en las calles, como si el calor hubiera dormido todo, como si la gente se hubiera "caimanizado" y estuvieran todos en sus casas echados durmiendo con la boca abierta.

La cabeza me palpita un poco - hora de las consabidas ATAMEL-, la evidencia de la sensación estomacal es clara, me debo haber excedido en la fiesta de anoche.

Como tantos sábados desde que fui adolesente hasta hoy, me levanto en medio de este calor y con esta sensación de caníca en la cabeza, de una siesta que hoy se unió con el sueño de la noche próxima, producto de la resaca, común ratón caraqueño, que me produjo la velada de anoche con amigos de la infancia. Amigos de la infancia con quienes crecí, compartiendo el día a día del colegio en Caracas.

La conversación estuvo amena sin duda, nos olvidamos como siempre de las vicisitudes de la vida cotidiana salpicada de las especificidades políticas que nos caracterizan hoy, toda la noche whisky en mano, la inseguridad terrorista en el mundo -como si no bastara con la nuestra-, los viajes de tantos de nosotros - estuve en Berlín el año pasado, es una ciudad espectacular, - yo estuve en cambio en Buenos Aires, -y yo en Madrid-, las aventuras laborales - imagínate que no se consigue lomito para hacer mis menús, dice la chef, -Yo fui a sacarme el visado de EEUU y no pude, es que la ciudad esta hecha un asco dice otro, y un abogado estima que el peor error es decir que no se puede hacer algo que te pide tu cliente, ¡ como si sí se pudiera!.

La sorpresa del reencuentro con amigos que hace años no veía: el del restaurante de arepas de Nueva York, cuyo éxito todos vemos como algo que quisieramos para nosotros, y quien se admira del "éxito" que algunos han logrado aquí; La amiga perdida en el tiempo, cuya experiencia de maternidad ya cuenta 14 años, y uno sin empezar con el tema; la muchacha bella de siempre, que sigue tan bonita; el pana cuya esposa enigmática a veces no tiene pelo, otras tiene el pelo largo, y otras lo tiene azul, en fin la gama de personajes de siempre, abogados, administradores, arquitectos, diseñadoras, escritores, todos con algo que decir, algo que contar.

El ratón se me va pasando ya, el calor se disipa un poco, volteo y ante mi ventana, el magnífico Avila, con colores que el atardecer con sus rayos anaranjados hacen ver como si fuera de miel, estoy listo para otra igual.