miércoles, 31 de diciembre de 2008

CERRANDO 2008



Se va, faltan solo horas para que el año 2008 se vaya. La alegría de haber completado el año con la mayor parte de los propósitos de hace un año cumplidos, es un sentimiento muy bueno, aunque no tan usual.

La navidad siempre ha significado en mi caso, un poco de nostalgia, y en ésta ocasión, no puede ser muy distinto, así, pues mi pecho está lleno de recuerdos y querencias a ésta hora.

En Caracas la navidad siempre ha estado acompañada de las múltiples lucesitas titilantes que la gente pone en las ventanas de sus apartamentos y casas, el San Nicolás gigante del CCCT, y la Cruz de Navidad que se enciende en el Ávila año tras año.

Tampoco puede faltar la ida con Jurg y mis sobrinitos Daniel y Christian a comprar el arbolito de navidad, el cual se compra, y se instala con la consabida dedicación y detalle de mi hermana Silvia quien saca cada adornito, lo limpia y dispone en grupos en el suelo, para su posterior instalación.

Hace algún tiempo que incorporé, y Raque hoy lo disfruta e incluso mejora, la tradición de hacer con pino caribe, y luego prender cada domingo de diciembre, la Corona de Adviento, Raque con su rigurosidad exquisita, hasta sabe que debe leerse con la prendida de cada vela, cada domingo, y así tomados de las manos prendemos cada domingo una vela, con una lectura alegórica.

Este año compramos nuestro propio arbolito de navidad, Raque días antes sacó sus adornitos y ése día nuestra casa se llenó con nuestros familiares, quienes pusieron la alegría caraqueña, aderezada con las infaltables hallacas, pavo, pernil de cochino, y el fresco vino francés Beaujolais Noveau, tradición nueva incorporada, en la medida de las posibilidades, que no siempre son muchas.

También se ha convertido en una tradición familiar, ir a ver a Claudita en el ballet Cascanueces, cada año está mas bella, y cada vez su participación es mas importante, esta vez era un angelito, sueño con el día en que le diré a todo el mundo que mi niña es una extraordinaria bailarina.

Cada año los amigos del colegio, los de siempre, nos reunimos al final del año, para celebrar la navidad. Siempre se ha hecho donde Wachi y Mónica, que son los que tiene casa desde siempre, ésta vez fue igual, la presencia de todos, confirmó el inmenso cariño que existe entre todos, pues somos amigos desde hace mas de 30 años ya.

La fiesta de navidad adelantada de Silvia y Jurg, es siempre un evento exquisito, lleno de sentimiento, familiaridad y regalos, los gritos y emoción desbordados son abrumadores y me conectan con mis hermanas, sobrinos, cuñados y padres.

El 24 organizamos una cena de navidad magnífica en nuestra casa, con los familiares que no salieron de viaje, Raquel (madre) y mi suegro José Vicente, Sol, Tapío, Guillermo, Nata, Otto, y Ana Paula. Recibimos al Niño Jesús por primera vez en nuestra casa, escuchando música navideña venezolana, llenos de alegría y con las velitas del arbolito de navidad prendidas.

La Parranda de El Kopus Ron, no faltó, el 30 como todos los años (ahora). En La Carlota es la cosa, allí en una casa de familia, donde no se han rendido a la Ciudad Insegura, el Centro Comercial de puro consumo, la Nieve Artificial fatua, y al Jingle Bells como himno único. Cantamos hasta la madrugada, con una taparita de ron para aclarar la garganta, cuatro, tambor y maracas, y mucha canción de mi país. La sorpresa siempre es constatar como las personas en sus casas se entusiasman, salen a cantar, y ofrecer un roncito, una hallaquita, un turrón, ó simplemente una sonrisa. Este evento anual, queda así incorporado con Cheo y Diana, nuestros amigos que nos invitan cada año.

Hoy, en unas horas más, termina. Con pelucas, a la española, tomaremos las uvas, brindaremos por el año nuevo, cantaremos que “Yo no olvido el año viejo” y que “Faltan 5 pa las 12”, y cumpliré mi promesa con María Elena de escuchar la canción de fin de año, que me conecta con ella.

Ya casi listos, veo la mesa de Navidad que mi Raque preparó emulando a su padre, con las uvas, y frutas, con torontos, nueces y avellanas, para llamar a la abundancia, el olor del pino canadiense, y la velita prendida frente al pesebrito, todo junto, todo mezclado me hace sentir una vez mas en mi pecho, esa cosa navideña, esa cosa de 31 de diciembre.

Así pues, luego de un año en el que se consolidó gran parte de lo que deseábamos, un año feliz en el que no faltó trabajo, en el que nos mudamos al sitio que queríamos, en el que consolidamos nuestra unión ante la ley y ante Dios, y en el que la salud no nos abandonó, decidimos celebrar la navidad y el año nuevo.

1 comentario:

Flor dijo...

Y las hallacas donde estuvieron? En Venezuela Navidad sin hallacas no és navidad!