
Asdrúbal tiene 36 años, es Administrador, durante muchos años vivió afuera, huyéndole al desastre nacional, le fue bien, ganó dinero en US$, pero por razones que solo él conoce se vino a Caracas a finales de 2005.
Cuando llegó, estaba atormentado del miedo, creía que le iban a asaltar en cualquier esquina, temía que Chávez le quitara hasta los interiores al implantar el horrendo comunismo con el que ha venido amenazando, temía que la destrucción de las instituciones le eliminara sus derechos como ciudadano.
Asdrúbal, a pesar del terror, llegó cómodo a la casa de sus padres en La lagunita, una casa amplia, con un jardín envidiable, cortado a la perfección por el staff de jardinería empleado, allí descargaba su nostalgia por el país del norte, leyendo apaciblemente el último libro de los 7 hábitos que hacen a la gente efectiva, en ingles of course.
Recordaba un poco confundido la sensación de certeza en EEUU y la comparaba con la sensación de mas certeza aún en su casa de toda la vida, esperaba ansioso asistir a las 3 entrevistas de trabajo que ya había conseguido aquí, mientras recordaba con desprecio a su ex -jefe en la corporación internacional donde hace un mes dejó de trabajar. También recordaba con un poco de tristeza el fallido amor por Jessica, una catira de Philadelphia, quien lo dejó hace 1 año ya.
Dejó de lavar la ropa en la lavadora del edificio en el que vivía en Baltimore, donde tenía que esperar horas pasando frío y esperando para llevársela, y luego ponérsela arrugada y fría, pues ahora Encarnación, la mujer de servicio de toda la vida se la lava, seca y plancha, sin que él se entere.
Eliminó de su vida las comidas chatarra y horrenda, pues ahora la cocinera de la casa se encarga de prepararle las ricas recetas caraqueñas de de toda la vida, y se lleva para su trabajo la lonchera que le prepara la misma cocinera con pollo a la plancha, arroz y ensalada.
Los días del maravilloso transporte público de la ciudad de Baltimore, pero público al fin, terminaron, pues su primo, que tiene un concesionario Honda, lo saltó en la cola para comprar carros y le vendió un FIT a crédito. Volvió a conducir su carro propio con su música y su aire acondicionado, aquí maneja sin haberse renovado la Licencia y el Certificado Médico, allá ni le pasaba esa idea por la cabeza.
Hace 2 años conoció a Andreína, ella es Ingeniero, se la presentó su mejor amigo de la infancia, el flechazo fue instantáneo, se casaron hace 1 año y compraron un apartamento que consiguieron a través de una amiga de la madre de Andreína que tiene una inmobiliaria.
Una vez al año viajan fuera del país, todas las semanas comen en el Piso 5 de EL TOLÓN, han probado la comida cantonesa, la vietnamita, el Chino, el suizo, el Italiano, pagan con sus tarjetas de crédito sin problemas, van al Club tres veces a la semana, donde Andreína se da masajes, juega tennis y va a la peluquería que es más barata que en la calles, Asdrúbal nada en la piscina, y hace ejercicios en las mañanas, luego se pone el traje y se va a su trabajo. En definitiva se dan la gran vida.
En Caracas, sigue la inseguridad a millón, muere más gente por violencia semanal que en los países donde hay guerras, el caos y colapso de los servicios públicos y privados nos hace vivir una especie de rally cada vez que inventamos que queremos hacer cualquier cosa, Asdrúbal tenía razones para temer un asalto, y es que todos los días se entera uno de los N casos de robos, hurtos y demás especies de atentados contra la propiedad, Chávez sigue amenazando a todos con echarles la vaina comunista, siguen las marchas contra el gobierno, las bombas lacrimógenas, los huecos en las calles, la insólita escases de leche, pollo, huevos, y medicinas, la desconsideración irrespeto e ilegalidad del gobierno cada día es mayor, con todo, todo lo que se pueda uno imaginar y algo más.
Aún así, la poca gente que vive la vida de ensueño de Asdrúbal y también la gente que no vive tan bien como Asdrúbal, pero que igual vive bien, paradójicamente es la que más se queja y la que más se adelanta a exclamar cada día que AQUÍ NO SE PUEDE VIVIR, ESTO ES UN HORROR, HABRÁ QUE IRSE, mientras cada día hacemos mas y mas y mas, y sin notarlo seguimos adelante y logramos lo que deseamos, particularmente seguir viviendo bien, a pesar del desastre y a pesar de la inseguridad general.
En Caracas todavía hoy, y a pesar de tantas condiciones adversas SI SE PUEDE, aunque sea una paradoja.