martes, 17 de mayo de 2011

LOGRO VER ALGO -

La ciudad se va acercando a uno, con ese buen lejos que te hace sentir que, de hecho, se trata de una "CIUDAD". Llena de edificios, aunque sin memoria, y de un verdor que nos da algo de respiro. Caracas: contradicción, caos, trópico, vida. Caracas: mi hogar.






Camino, y el corazón late más rápido, la respiración se vuelve más profunda, al rato te das cuenta de que te va envolviendo la vegetación, en ese punto se logra uno desconectar de la ciudad que abajo ruge, pita y grita. El verdor y su olor a monte logran hacerme respirar de verdad.



De bajada va uno empujado por la gravedad, frenado para no irse de boca, y dejando una estela de ganas de quedarse. De bajada quisiera rodar y agarrar la mayor velocidad, las rodillas no me dejan.



Desde Los Palos Grandes al atardecer, se ve la montaña coronada por el Hotel Humboldt, allí, con la intermitencia de su funcionamiento, disfruté de una fiesta hasta el amanecer, mucho vino, y música electrónica. Días de amor.



La arena, me gusta pisar la arena, cada vez siento mas placer de estar en la playa, Raque dice que es el único sitio donde hago absoluto silencio. Es verdad, quedo mudo de agrado.



Un azulejo y otros pajaritos se paran en las mañanas en el arbol que cuida el edificio, no les he oido cantar, pero su sola presencia me hace sentir bien, otros cantan lejos, cristofués, paraulatas, loros y guacharacas. Volar debe ser una excelente forma de vida, no cuesta nada fantasear.





En la mañanita el sol sale por el este, empieza a iluminar la montaña desde allá, y al amanecer, luego de que suena mi despertador para ir a trabajar, con mi amorcia aún en sueños, me asomo por la ventana y me topo con la montaña, despertándose, llena de animales que suenan a esa hora. Logro sonreir.






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